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Gracias por Fumar

La película Gracias por Fumar la vi ayer por la tarde. No sé si cometí acto de piratería o no, porque no había oído nunca hablar de la dichosa peliculita, pero el sofá siempre será más cómodo que un cine de pueblo, de barrio, de niños, gritos y palomitas por el suelo.

El caso es que la desconocida película de desconocidos actores y guionistas (una muy conocida Katie Holmes en el papel de periodista zorrón a la que le sale la información privilegiada por la culata) me dejó impresionada. La trama está tan bien urdida como los discursos del protagonista, el responsable de la imagen y campaña frente al público de las tabacaleras de EEUU, que siempre tiene una respuesta -y ojo, una buena- para todo ya sea acusación, amenaza, abucheo o intento de asesinato.

No os espereis un thriller, porque no lo es. Es una trama política, de conspiraciones, de altas esferas y de influencias notables, pero sin drama ni Denzel Washington poniendo cara de duro y al segundo de blando. Es una mordaz y real visión de lo que son las Relaciones Públicas de nuestra era, las de dar «imagen» y defender la «responsabilidad social» de las empresas. Es una trama divertida, amarga, tranquila y arrolladora, de las de sacudir conciencias.

El final, no os lo cuento, tranquilos, pero también gusta. La película tiene la duración adecuada, ni corta ni larga y las escenas son claras y rápidas, fácilmente entendibles. No hay miles de personajes oscuros con los que liarse y los diálogos, los diálogos son brillantes. No sólo por los hábilmente construidos, como ya he dicho, para el protagonista, que logra convencer, influir, cambiar conductas de quien le escucha, sino de todos los que le rodean. Y al final no, no se retracta, no se arrepiente, no pide perdón ni suelta trapos sucios (ya lo hace por él Katie), simplemente coge y se «pira». Porque en el fondo, sólo es un trabajo (aunque en mi país está muy bien visto y es costumbre social juzgar a las personas por el trabajo que tienen, véase: «¿inspector de hacienda? pues menudo hijoputa tiene que ser tu cuñao…»).

Me gustaría que muchas y muchos de mi clase la vieran, aunque sobretodo pienso en la dulce chiquilla de ojos claros y cabello dorado, de madre rumana y padre marroquí, tan multicultural y completa, solícita y atenta coge apuntes de todas las clases y se puede decir que es hasta simpática en los pasillos. Dice que quiere ser Relaciones, pero no de las de pases de disco, sino de esas. De las de las grandes empresas, de las de esconder las vergüenzas y ensordecer al pueblo con sus buenas acciones. Dice que le gusta ese mundo y ese trabajo, que le parece guay, que quiere viajar y ver más mundo del que ya ha visto. Y yo la voy a decir que vea esta película y que empiece a apreciar la parte de «ese trabajo» que es sólo trabajo, porque al fin y al cabo, en este mundo de la publicidad -o de las rrpp o de la imagen o de lo lúdico o del engaño, como quiera llamarse, a mi me parece todo lo mismo- sólo hay una forma de sobrevivir a tus remordimientos, y a esos dientes tan de Quino clavándose en tu labio inferior: pensar que sólo es un trabajo, y todos tenemos que pagar una hipoteca.

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