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Viaje a Japón. Día 9. Hiroshima sobrecogedora.

La mañana que despertamos, en el Iwaso, en Miyajima, comenzó pronto. Queríamos despedirnos de su maravilloso onsen, que, además, sería el último que visitaríamos en nuestro viaje a Japón. Creo que estos baños comunes, junto a los de Kamikochi, han sido los más especiales que hemos tenido en el viaje a Japón.

Los baños del Iwaso están totalmente equipados, son de mármol negro y madera color miel, y el baño exterior es de piedra y da directamente al bosquecito tras el hotel. A las seis de la mañana es un momento precioso, tranquilo y una forma vibrante de empezar el día.

El desayuno en el Iwaso se hace en una sala común, en la que éramos de los pocos occidentales, tónica general del viaje, de la que nos íbamos a dar especial cuenta en Hiroshima ese mismo día. Yo pedí desayuno occidental y Gonzalo desayuno japonés, y los dos estaban muy ricos.

Por cierto, una última nota gastronómica, en Miyajima comimos bastantes galletitas de hojas de arce blanditas rellenas de crema (de judías, pastelera, chocolate…) es una galletita bastante típica por la zona, y que luego vimos repetida en Hiroshima, Kyoto… con otras formas y mascotas incluso. Es un buen recuerdo para traer a la familia.

Tras salir del Iwaso, camino al Ferry con nuestras maletitas y mochilones, luchando contra auténticas hordas de niños y jubilados de excursión en la isla. Si en un trayecto de aproximadamente un kilómetro no vimos a más de 1500 personas, no vimos a ninguna. De ahí nuestra recomendación de visitar la isla para dormir allí un día y poder vivirla con calma y tranquilidad.

Hiroshima

Llegamos a Hiroshima en aproximadamente una hora y dejamos los bultos en una taquilla de la estación. Para llegar al centro fuimos andando pensando que igual el paseíllo nos gustaba, pero os lo podéis ahorrar, porque tampoco es gran cosa.

En una media hora estábamos en el parque memorial que contiene los principales monumentos de la ciudad en recuerdo al bombardeo atómico, y, en especial, en recuerdo de sus víctimas. Muy cerca está el «epicentro» donde se supone que cayó la bomba (por la zona de las galerías comerciales).

Lo primero que se ve es el famosísimo edificio de la Cámara de Comercio de Hiroshima que fue de los pocos que quedó en pie. Fantasmagórico.

Según se avanza hacia el parque el siguiente punto caliente es el monumento a los niños coronado por una grulla de origami, en honor a Sadako Sasaki. Sadako fue una niña afectada por la bomba que creció hasta los quince años, cuando murió afectada de leucemia. En Japón existe una antigua leyenda de que si se hacen mil grullas de origami se puede pedir un deseo y se hará realidad. Ella lo consiguió, pero las grullas mágicas no pudieron detener su enfermedad. :'(

 

Imagen de los niños rindiendo homenaje y de las cintas de grullas.

En el monumento vimos un espectáculo que pone los pelos de punta. Hay miles, millones de grullas de origami llegadas de todo el mundo. Y frente a la estatua se congregan cientos de niños con sus profesoras que esperan su turno para cantar emotivas canciones al monumento en recuerdo de esta historia tan triste de la ciudad. Era sobrecogedor ver a esos niños declamar serios discursos y cantar con sus compañeros tristes canciones sobre la esperanza y la paz. De hecho muchas clases repetían una misma canción que debe de ser bastante significativa.

El paseo continua hacia el museo, cuya entrada tiene un coste simbólico de 0,5 Y. El museo la primera parte no está mal, es un recorrido histórico por los hechos que llevaron a Japón al conflicto internacional y a EEUU a la caída de la bomba. La segunda parte es bastante truculenta y un poco morbosa, con objetos de las víctimas. Los miles de niños japoneses que estaban por allí lo pasaban un poquito mal, la verdad. Y yo también.

Después del museo nos fuimos a comer un okonomiyaki, que es típico de la zona, y que me encantó. De hecho esta semana pasada hemos tenido una nostalgia con este plato de aúpa.

Dos vistas del manjar

Como veis, es una especie de torta de fideos con una salsa de gordacos, y lleva dentro cebolla, cerdo, queso y otras historias que les puedes añadir a tu gusto. El local en el que comimos era minúsculo y sólo dedicado a este plato. Normalmente lo sirven directamente en una barra-plancha en la que el cocinero lo deja medio hecho para que el cliente se lo termine de hacer al gusto (esto lo supimos porque había un nipón haciéndolo). Está riquísimo, así que probadlo en vuestro viaje a Japón.

Y después, en la zona comercial del centro, nos metimos en faena en unos recreativos, y fue la primera vez que jugamos a esto:

Que nos pareció de lo más divertido. Yo lo echo mucho de menos en estos días de estrés porque eso de aporrear libera mucho…

Después de pasar el día en Hiroshima nos fuimos a Kyoto a dormir. Un viaje de un par de horas, y unos 15 minutos de Kyoto Station al K´s House de Kyoto, donde básicamente descansamos del cansancio acumulado de los dos días anteriores, compramos algo de cena y nos fuimos a la cama…

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