Viajes

Viaje a Japón. Día 0. Madrid-Zurich-Tokyo

Hacer la lista de cosas que quieres llevarte. Hacer la maleta. Empezar a soñar. Los nervios del primer día… Las sensaciones de esos primeros momentos cuando empezamos nuestros viajes son incomparables a cualquier otra cosa.
Si estás pensando en ir a Japón, empieza por este post, empieza por el principio del que fue el viaje de mi vida.

Los vuelos con Swiss Air

Nos marchamos de Madrid hacia Barajas tempranito, facturamos, controles de seguridad, puerta de embarque… Los vuelos salen puntuales. Tanto el de Madrid como el de nuestra escala en Zurich. Sólo teníamos 50 minutos entre despegue y despegue y gracias a la eficiencia de Swiss, salimos de un avión y nos metemos en otro. El aeropuerto de Zurich tiene wifi gratis durante 30 minutos, pero necesitas tener un teléfono móvil para registrarte.

Para los amantes de las montañas, volar con Swiss tiene un plus, porque la escala en Zurich supone disfrutar de una sobrecogedora vista de los Alpes. Se te caen las bragas si es la primera vez que ves eso, como era mi caso. Escribo estas líneas y sólo de acordarme de esa visión de montañas tan bellas se me vuelven a humedecer los ojos como cuando las ví en directo.

El vuelo largo fue muy cómodo, a bordo pantallas con pelis y series (inglés, alguna en castellano latino), juegos (menudo vicio de Tetris me pegué) y la comida está muy bien. Comentaros que al comprar los billetes pedí la comida vegetariana y vegetariana me pusieron sin tener que indicarlo más veces, además era de muy buena calidad. Pasan a menudo con agua para hidratarte, hacedles caso y beber, ah, y pillad chocolatinas de las que ofrecen que están riquísimas.

La llegada a Tokyo

Llegamos a Tokyo un poco empanados pero en el aeropuerto es muy fácil orientarse. Lo primero, fuimos a la post office a recoger una tarjeta de 3G que pillamos para el iPad (con Docomo). Una vez recogida, nos vamos a enfrentarnos a nuestro primer viaje en tren/metro de Japón… Nos pillamos el ticket en el mostrador frente a la salida, y elegimos la opción barata, 1100Y por persona, y también la más larga, pero era muy pronto (8 de la mañana) y había mucho día por delante.
Pasamos por la oficina del Japan Rail Pass y lo canjeamos. Mola porque en la oficina JRP del aeropuerto tienen un gráfico explicándote las normas básicas y te enteras muy bien. Hecho esto…¡al turrón! Nos montamos en el tren destino Ueno. A nuestro lado un adolescente se come un rollo
de algas, arroz y pescado de olor penetrante… ¡Estamos en Japón!
Para los que vayáis tan acojonados como yo con el tema trenes, compartiré aquí el dicho de Marta y Jano, a los que no dejaré en mucho tiempo de agradecer sus consejos y toda la información que nos pasaron: Japón en tren es como ir en zapatillas. Pero de las de estar por casa.
Desde Ueno fuimos andando (unos 20-25 min) al Hotel Edoya, un ryokan famoso en la zona para el turismo español. Aunque llegamos prontísimo debíamos tener cara de mataos, porque nos dieron la habitación. Descansamos un poquito, organizamos las cosas, pensamos un poco nuestras visitas y nos fuimos a dar una vuelta por el parque de Ueno y a Akihabara, que está a 5 min del hotel.
El parque es muy chulo, un buen sitio para ir a hacer picnics si estáis por la zona. En Akihabara flipamos un poco con las frikadas y tal, y tuve mi primer encuentro con mi mayor miedo del viaje: la
comida.
 Como muchos sabéis, no puedo comer pescado, y tampoco como marisco. Si, ya véis qué putada irme a Japón con esta limitación, pero chico, así soy yo. Ese día me agobié bastante, porque veíamos muchos sitios de esos de máquina de tickets, pero nosotros ni zorra. Acabamos comiendo en una especie de franquicia de comida rápida tipo ramen que hemos visto luego en más sitios. Pero como vimos en Kyoto, cualquier parecido de eso con un ramen de verdad era pura casualidad :).

Asakusa

Como estábamos cansados nos pillamos el metro hasta Asakusa. Ahí vimos el edificio de Asahi, la cerveza, que muchos (españoles) han bautizado como el cagarro. Visitamos el mercadillo y
templo Senso-ji, nuestra primera toma de contacto con la espiritualidad japonesa estuvo muy bien. Es un templo bonito, no muy abarrotado y de visita interesante.

Hecho esto, nos fuimos de vuelta al hotel, a luchar contra el jet lag. Nos dimos un «onsentazo» (palabro creado por mí mezclando las palabras onsen y duchazo) y nos fuimos a dar una vuelta a la manzana a ver qué había para cenar. No mucho, mejores opciones, buscarse la vida en el seven-eleven o ir a Freshness Burguer, un gran descubrimiento en cuanto a franquicias de comida rápida japonesa, os lo recomiendo.
Caimos rendidos como a las nueve…esperando al desayuno incluido en nuestra estancia…