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Carnaval

En Madrid los carnavales se han olvidado. Es una pequeña fiesta que siguen sólo algunos, procedentes de sitios con más tradición o que tienen hijos en edad escolar cuyos colegios celebran esta fiesta. 

Quizá no tenemos tiempo, unos días, unas horas, para dedicar unos momentos a preparar unas alas, una peluca, unas pinturas faciales. Quizá sea que hemos convertido el disfraz en costumbre, y las costumbres, como todo el mundo sabe, a veces acaban convirtiéndose en rutina, y la rutina se compone de hábitos. 

Así, los madrileños nos disfrazamos todos los días y renovamos nuestras máscaras a menudo, a veces cada hora. Antes de salir a esas calles sucias, malolientes, grises, hay que llevar algún tipo de protección. Un disfraz que cumple exactamente la misma función que los disfraces del carnaval: hacernos creer que somos otra persona. 

Sin embargo, las personas que elegimos ser, a veces, no son las mejores. No son festivas, divertidas, fuertes, bailongas. No quizá no sea lo mismo nuestro disfraz diario que los disfraces del carnaval porque en Carnaval todo vale, todo es juego, risa, baile y desenfreno. Pero pocos serán los madrileños que definan sus días como de vino y rosas. 

Se nos ha olvidado el Carnaval en Madrid. La fiesta que celebraba la apertura a los placeres de la vida, a la primavera, al buen tiempo. La fiesta que cerraba el invierno y las duras siembras, cosechas y recolecciones dando paso al tiempo del gasto, al consumo. 

Puede que nada haya cambiado, al fin y al cabo, nos disfrazamos cada día y está en marcha la Semana Fantástica, así pues, ¡feliz carnaval!. 

Todas las fotos de mi paso por el carnaval de Rosalejo y Tietar del Caudillo en Flickr (acabo de empezar con Flickr, asíque…acepto todos los consejos que podáis darme, y os doy las gracias por adelantado 😉 )

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