En este sentido, hay que destacar que la recuperación no es la tradicional de un Parador. No estamos hablando de dormir en un edificio antiguo que se ha reformado y reformulado en Parador. En este caso la arquitectura moderna ha impregnado cada una de las maravillosas habitaciones, los jardines internos, los claustros, la impresionante piscina…
Así pasa también con los salones para eventos, una nave diáfana (antiguamente una prisión) que se convierte en seis salas que pueden unirse o no en función de la magnitud de asistentes esperados. Las salas están equipadas con la última tecnología en cuanto a iluminación (gradual, varios focos, luz natural, salida directa a patio…) y con varias posibilidades de situar la pantalla y mesas, con bastante espacio en general. La luminosidad del pasillo de acceso a las mismas es espectacular, lo cual unido a la impresionante y moderna recepción, da muy buena impresión en la entrada a cualquier evento.En cuanto al sonido, si se trata de un evento de dos o más salas, es necesaria la contratación de megafonía, servicio que presta una empresa externa, pero cuya contratación gestiona directamente el Parador.
Por lo que respecta a los caterings, en casos como el que nos ocupa (un evento para alta dirección) es importante la elección que se hace. El catering fue sin duda alguna lo que, para mi humilde opinión, empañó algo la jornada.
El Parador ofrece varios desayunos ya montados, con posibilidad de incorporar productos menos «habituales» en el servicio de coffee break pero cada vez más demandados por nuestro estilo de vida (Actimel, brochetas de frutas…). Os recomiendo en el punto del desayuno eliminar las pringosas y poco aparentes (aunque seguramente deliciosas) rosquillas de alcalá, así como de cualquier coffee a servir, ya que no triunfan para nada. El resto de desayuno servido, en nuestro caso, fueron unas pastas, os recomendaría la bollería. Las pastas estaban muy, muy, buenas, pero la bollería queda siempre mucho más aparente en mi opinión.
En cuanto a la comida, es más complicado. El mínimo ronda los 35€ y tienes que configurar un menú fijo para todos los que vayan a comer. En nuestro caso la selección fue la siguiente:
- Ensalada verde con frutos rojos y quesos: ración pequeña, aliño inexistente, y frutos rojos era lo mismo a decir dos rodajas de fresitas y un par de grosellas.
- Rulos de solomillo rellenos con verduritas: la carne estaba excesivamente hecha. El acompañamiento era espectacular. Buen maridaje del tinto servido.
- Postre, un tipo coulis con helados de fruta. Más que el postre en sí, merecía la pena el helado que lo acompañaba.
El servicio durante la comida, exquisito, sin ninguna duda. En nuestro caso tuvimos que optar por una sala privada, ya que la otra opción, al ser un grupo relativamente grande (50 personas) teníamos que comer en un restaurante para desayunos, no en el principal del parador.